miércoles, 24 de junio de 2009

Camino

Caminaba como siempre y como nunca, el recorrido diario cambiaba con la oscuridad. El cambio de horario, ayudado por la llegada del invierno, le daba otra atmósfera a todo.
El charco de la acera recién limpia era casi el mismo, solo que el reflejo de la luna le daba un matiz especial. La radio del encargado del edificio daba las noticias que nadie escuchaba, para tener algo de fondo como dicen, una compañía.
El puesto de diarios cerrado pero con los periódicos del día al costado me hacía ruido, extraño que el reparto haya pasado antes. ¿O sería así la rutina? Como saberlo, mañana quizás tenga la respuesta.
Mientras camino me doy cuenta que la oscuridad no afloja, que le gusta estar. Pendiente de ella me olvido del frío, aunque note su efecto en los vidrios empañados y la escarcha sobre el pasto.
Con la cabeza en un estado extraño quiero recordar parte del camino y me doy cuenta que caminé sin observar, como si tuviera los ojos cerrados.
A unos cien metros y antes de cruzar la calle un taxi me hace luces, busca su último viaje o el primero. Quizás sólo no quiere atropellarme, extraña conducta hoy en día.
De repente un recuerdo se acerca y mi mamá me lleva de la mano como cuando iba al colegio en esas mañanas frías de Buenos Aires, todo tapado, dos pantalones, calzones largos, dos pares de medias, buzo, y campera. Seguro que vino porque vio que me faltaba abrigo, la mama es la mama.
Fantasmas de los buenos, a no creer que sólo les gusta jodernos. Otros los llamarán ángeles de la guarda, seres que nos cuidan, como sea.
La duda que tengo, y no puedo apartar, es si estoy soñando o despierto. Pienso en el futuro tratando de que el pesado día que viene por delante no corte con mis sueños. No se por que pero al futuro siempre lo veo mejor, claro que antes vi este presente de hoy como futuro y seguro era distinto.
Doblo y en esta calle la oscuridad se torna más fuerte, a lo lejos veo una luz pequeñita que indica la puerta de mi destino. A pesar del frío desacelero, no es que no quiera hacer lo que debo pero estoy tan bien conmigo mismo, en silencio, viajando en recuerdos y en futuros. Creo que si voy más lento esto sea un sueño, solo trato de engañarme. Sé que un sueño es más raro y carece de lógica alguna siempre en algún rincón. Acá sólo hay realidad, la duda se desenterró, acepto lo que me toca. Que extraño se siente, acepto la materialidad y mi existencia adquiere un estado de felicidad.

1 comentario:

  1. Lindo loco, mi vieja también me llevaba hiper abrigado al colegio. Me hiciste acordar, abrazo man

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